El chile habanero, uno de los más picantes y aromáticos del mundo, tiene una historia interesantísima que contar. Aunque su nombre nos hace pensar en La Habana, su origen no está en Cuba sino en la región amazónica de Sudamérica. Veamos: con el intenso intercambio comercial que los españoles llevaron a cabo durante el virreinato, muchos productos inusitados se exportaron e importaron por todo el mundo, entre ellos las semillas del chile habanero que llegaron de Sudamérica al Caribe, incluyendo a Cuba. De Cuba llegaron a Yucatán donde la gente supuso que eran originarias de allá.
Con el paso del tiempo, el chile habanero encontró en la península de Yucatán su hogar perfecto: suelo poroso, clima cálido y húmedo, y abundante luz solar, condiciones ideales para su cultivo, y a su fandom: el pueblo que más picante consume en el mundo.
Desde entonces el chile habanero se ha consolidado como un ingrediente esencial de la gastronomía yucateca. Hoy es un símbolo de identidad regional y un producto con reconocimiento internacional, protegido incluso con Denominación de Origen “Chile Habanero de la Península de Yucatán”. Salsas, encurtidos, adobos y platos tradicionales celebran su sabor inconfundible: un picor intenso acompañado con notas cítricas únicas.
De un fruto domesticado en la Amazonía a un emblema culinario de Yucatán, el chile habanero ha recorrido un largo camino para convertirse en uno de los grandes protagonistas de la cocina mexicana.





